Antonio Mallo o la renuncia a la nobleza

Dorsal: 15. Partidos jugados: 4. Puntos por partido: 0. Faltas por partido: 0´75.

Mallo paparazzi: siempre, en los partidos, hacía fotos. Jamás verán nuestros plebeyos ojos esos retratos

El buyoncé que menos partidos ha disputado es a la vez uno de los más conocidos, tanto entre sus camaradas como entre la sufrida afición, que siempre le reclama en la pista. Mallo, que en dos días contraerá primeras (y únicas) nupcias, renunció a su nobleza astur, aunque solo momentáneamente, para convertirse en buyoncé. Un buyoncé de libro. Pero, debido a su alta alcurnia, debía pasar desapercibido: los trámites burocráticos nunca le entusiasmaron y se enrocó en una defensa del jugar libre, sin atadura de ficha, ni gaitas. Hubo de ser así.

Recuerdo su primera comparecencia: la cancha le parecía una estepa inmensa, a comparación de Covadonga, y se veía sólo o rodeado de gigantes que le acechaban. Hay que decirlo: estaba algo acojonado. Vejado en su orgullo, al siguiente chocque fue con otro predisposición. Era temprano y hacía frío pero allí estaba Mallo. El partido estaba más que perdido, los Galácticos se ensañaron aquel día, y el Buyoncés, sediento de gloria, intentó que Antonio encestara. Antes nuestro amigo, había dado un mamporro bestial a Alberto Durán, del que este último aún tiene un imborrable recuerdo (y un honor en sus mejillas la tente). Para ello creó una jugada, posiblemente la única jugada que haya creado jamás este equipo, y que debe ser guardada por nuestros irracionales cerebelos por siempre, sustituyendo si es preciso el nombre de la amada o la lazada de atarse los cordones.

Se indicaba así: quien botaba hacía el gesto febril de empinar el codo como si de una bota de vino se tratara. En ese momento, los buyoncés en pista tenían una misión; el balón debía llegar a nuestro general astur y este debía tirar sin contemplaciones. Asombrosamente la jugada llegó a buen puerto varias veces; a buen puerto me refiero a que llegó a manso de Antonio, lo demás, que entrara a canasta ya no dependía tanto de nosotros sino del destino. No entró, aunque estuvo cerca. Tampoco entró ese triple que intentó en el último partido y que rebotó injustamente el aro: si entra, el balón, al golpear el suelo, posiblemente, hubiese creado una falla, una grieta gigantesca que nos hubiese aborbido a todos: propios y extraños. Son famosísimos también los Mallo´s shot: ese tiro infrahumano que no llega ni a la mitad de su viaje y muere en manos rivales.

Sin duda uno de los buyoncés más entrañables, que deja poso que hay que llenar. Jacobo, ya dije parece noble, pero es sólo una sospecha; necesitamos sangre azul de verdad, ánimo desde el corazón, juego alocado y, por supuesto, libertad.

Puntúa con tu atroz criterio:

Deja un comentario